Todo el problema de las crisis, siempre hay una causa, el olvido o
rechazo a Dios. Muchas veces, el cristiano antepone lo material antes que lo
espiritual, y trata lo espiritual como si fuera algo sin importancia. De ahí,
es que el corazón inconstante, trata a Dios como si fuera cualquier personaje
mundano.
No hay interés por el Evangelio de Cristo, por lo que algunos intentan
dar más importancia a sus propias ideas, contradictorias a las enseñanzas de
Cristo y de la Iglesia Católica como si fuera una doctrina, y no lo es, a los
ojos de Dios no lo será nunca por mucho que se empeñen los amadores del mundo.
De ahí también que del corazón malo, salen palabras llenas de venenos,
palabras altisonantes, (tema que tengo en preparación. En nueva sesión, “Señales
de corrupción y muerte).
Las señales del cristiano tiene que tender hacia la vida, ser
completamente uno en Cristo Jesús, no necesita dividirse como hacen los hijos
de este mundo.
Aquí el Arzobispo nos recuerda, una frase que pronunció la Santísima Madre de Dios en las bodas de Caná: «Haced lo que Él os diga» (Jn 2, 5). No se trata de una frase que hemos de olvidar, pero se olvida. Nosotros no lo haremos porque amamos a Cristo. Tenemos la Biblia a mano, no la dejamos en la estantería como un adorno, no, sino que lo tenemos a nuestro alcance para abrirlo, leer y meditar. San Agustín y otros Santos Padres recomiendan que antes de la lectura de la Palabra de Dios, debemos orar humildemente al Espíritu Santo, si lo hacemos, lo que meditamos, lo iremos cumpliendo conforme a la Gracia de Dios. Hagamos lo que Cristo nos dice, y el Magisterio de la Iglesia Católica, conviene tenerlo en muy buena consideración, ya que es Dios, según las ocasiones nos está hablando, que nosotros no debemos tapar nuestros oídos, porque el Señor sabe muy bien, que intenciones tenemos de obedecer, y aquellos que no obedecen se alejan de Dios. Pueden leer el Evangelio, pero si no hacen lo que Cristo dice, no es amigo de Dios sino enemigos.
No podemos tener como amigos a los que realmente, con sus palabras, deseos mundanos, y obras según la medida del hombre viejo, han querido enemistarse con Dios.
No podemos tener como amigos a los que realmente, con sus palabras, deseos mundanos, y obras según la medida del hombre viejo, han querido enemistarse con Dios.
Nuestro deber es orar por todos. Para que nosotros no caigamos en la bajeza del pecado, y los pobres pecadores se conviertan en los mejores amigos de Dios, pues no puede haber otro camino sino la Gracia de Dios en el corazón arrepentido, contrito, humilde sea feliz. El pecado sólo atrae oscuridades, angustias, desesperación, rencores, resentimientos, soberbia, y toda clase de males, y cuantos han creído ver una solución en el robo, en el suicidio porque no se han abierto al Espíritu Santo, que lo tenía al lado.
Acudamos con toda confianza a la Santísima Madre de Dios, con humildad de corazón. No busquemos a Jesús ni a María Santísima con propósitos de soberbia, de desafío, en esta conducta no se hace un bien en sí mismo, y servir al pecado, al diablo, no conviene a nadie.
Pero vayamos a otro asunto.
Monseñor Carlos Osoro, Arzobispo de Valencia
Crisis es una palabra que está
en nuestros labios y en nuestro corazón permanentemente en estos tiempos que
vivimos. Y es expresión de una situación en la que está nuestro mundo, creada
por nosotros mismos y que estamos respirando. En circunstancias así, hay muchas
respuestas: simples palabras, desesperanzas abundantes en quienes las padecen y
en quienes quieren dar soluciones, reacciones diversas que toman forma de
protesta con ánimo de culpabilizar, de insultos y descalificaciones, o de otros
modos muy diversos en los que se manifiesta que estamos en crisis. Todo ello
revela la gran preocupación que tenemos todos los hombres ante la realidad
social en la que estamos.
Ante esta realidad, como pastor
de la Iglesia en Valencia, he hablado en mis cartas pastorales semanales, en
ocasiones muy diferentes, de la situación por la que estamos atravesando. Hace
pocos días, también nos decía el Santo Padre Francisco: “la humanidad vive en
este momento como una curvatura de su historia, teniendo en cuenta los avances
en diversas áreas… Sin embargo, también hay que reconocer que la mayoría de los
hombres y mujeres de nuestro tiempo siguen viviendo en una precariedad diaria,
con consecuencias desastrosas…, el miedo y la desesperación se adueñan del
corazón de muchas personas, incluso en los llamados países ricos; la alegría de
vivir disminuye; la indecencia y la violencia van en aumento, la pobreza se
hace más evidente… Así, la crisis financiera que estamos atravesando nos hace
olvidar su origen primero, situado en una profunda crisis antropológica. ¡En la
negación de la primacía del hombre!... el mismo ser humano es considerado hoy
como un producto que se puede usar y luego tirar. Hemos puesto en marcha la
cultura del desecho” (cf. Discurso a los nuevos embajadores: La crisis
financiera hunde sus raíces en el rechazo de la ética, 16 mayo 2013).
Pues bien, observando esta
realidad de crisis entre nosotros y viendo que no es fácil encontrar salida, he querido sumergirme en el Evangelio y
buscar luz y orientación, precisamente, en el único que puede ayudarnos a salir
de la crisis e incluso a ver el estilo de vida y la manera de ser y
comportarnos que quiere Nuestro Señor Jesucristo que tengamos.
Nuestra cultura reduce al
hombre, carece de perspectiva antropológica; solamente quiere para el ser
humano unas exigencias que, muy a menudo, no tienen un fundamento más que en el
propio gusto de quienes las defienden. Nos recordaba el Papa Francisco que “detrás de esta actitud se encuentra el
rechazo de la ética, el rechazo de Dios” (cf. Discurso: La crisis
financiera hunde sus raíces en el rechazo de la ética, 16 mayo 2013). ¿Por qué
no acudir a Dios para inspirarnos en sus propios diseños? Hay que retornar a la
ética y a Dios. El ser humano más excepcional que ha sido creado es la
Santísima Virgen María. Y Ella, precisamente en una situación de apuros que
vivía un grupo humano (una familia y quienes les estaban acompañando en una
fiesta importante en la que se encontraba María y también su Hijo), remite la
vida de quienes estaban en apuros, a buscar soluciones en la persona de Nuestro
Señor Jesucristo. Me refiero a las Bodas de Caná. Ella se da cuenta de la
situación. ¿Qué hace? Remitir a quien puede arreglar las cosas con tal de que
hagamos lo que nos dice. Este no es otro que Dios mismo, que se nos revela en
Jesucristo. Por eso dice a la gente: “haced lo que Él os diga”. Y es que en
situaciones de dificultad, solamente el Señor nos hace salir de situaciones
adversas. ¡Cuánto me gustaría poder llegar al corazón de quienes siguen creyendo
que el Señor es un invento de algunos para vivir! ¡Cuánto me gustaría que por
un instante percibiesen la luz que llega a la vida y a la historia de los
hombres y su convivencia con Jesucristo!
¿Para qué nos remite la Virgen
al Señor? Porque sabe que, ante cualquier situación del ser humano, es
necesario vivir con todas las fuerzas nuestro ser de “imágenes de Dios”. Nos
remite al Señor para que experimentemos que solamente uno es Bueno y los demás
lo somos en la medida que vivimos en una comunión con Él. ¡Qué belleza tiene
hoy para nosotros aquella conversación del Señor con un joven que vio algo
especial en Él: “Se acercó a Jesús y le preguntó: Maestro, ¿qué tengo que hacer
de bueno para obtener la vida eterna? Jesús le contestó: ¿por qué me preguntas
qué es bueno? Uno solo es Bueno” (cf. Mt 19, 16-22). Él sólo es Bueno y puede
implantar la Bondad y el Bien en el corazón de los hombres. Urge acoger en
nuestra vida a quien es Bueno y que se nos ha revelado en Jesucristo. Es esta
bondad y bien lo que hace diferente y nueva una convivencia, la construcción de
un presente y de un futuro. Para todos los hombres sin excepción. ¡Qué
importante es que el dinero sirva y no sea el que gobierne! En nombre de
Jesucristo, sé que tengo que amar a todos los hombres por igual, todos son
hijos de Dios y mis hermanos; pero también sé que debo recordar a todos y muy
especialmente a quienes más tienen y a quienes pueden decidir, que al que menos
tiene, al pobre, hay que ayudarlo, respetarlo y promoverlo.
Ante la crisis, hombres y
mujeres buenos. Buenos con el diseño que nos ha revelado quien es Bueno. Hay
que restablecer la convivencia, la solidaridad, la vida que Dios quiere para
los hombres. Para ello, recordemos aquella página del Evangelio a la que antes
aludía: ¿Qué he de hacer para tener vida eterna, para ser feliz y hacer felices
a los demás? ¿Qué he de hacer para tener y dar la vida misma de Dios? ¿Qué he
de hacer para ser bueno? La respuesta del Evangelio es clara: solamente
parecernos a Dios, al Dios que se nos ha revelado en Jesucristo y que, en la
parábola del “buen samaritano”, nos hace un diseño de lo que tiene que ser
nuestra vida en todas las circunstancias.
“Ante la crisis, hombres y mujeres buenos”. Solamente si nos parecemos
a Dios, haremos posible que todos los hombres recuperen la imagen y la dignidad
que han de tener. Hombres y mujeres buenos para que la bondad y el bien
prevalezcan en esta sociedad. Hombres y mujeres buenos para que la justicia y
la verdad se implanten en nuestro mundo. Hombres y mujeres buenos para que la
vida de Dios sea la que dé el modo de ser y vivir a todos.
¿Cómo resolver la crisis? Con
hombres y mujeres buenos, es decir, que tienen la estructura de su corazón con
la misma hechura del “buen samaritano”. Nuestro Señor Jesucristo a través de
esta parábola (cf. Lc 10, 29-37), nos dice qué hacer cuando nos encontramos en
el camino de nuestra vida con gente herida. Hoy esta parábola tiene una
actualidad grande, hay mucha gente herida en el camino de nuestra historia por
motivos muy diversos. La crisis afecta a muchos. ¿Qué hacer? La respuesta nos
la ha dado el Señor. Cuando voy por el camino y me encuentro un herido, tengo
que dejar mi viaje y acercarme a él, curar sus heridas, prestar lo que tengo
para ponerlo a buen recaudo, llevarle a la posada y dejar lo necesario para que
lo atiendan. De tal manera, que toda mi vida, lo que soy y lo que tengo, debo
de ponerlo para restablecer la dignidad de todos aquellos que encuentro en el
camino heridos. Haz esto y tendrás la vida.
Con gran afecto, os bendice
+ Carlos, Arzobispo de
Valencia
Si fijamos nuestras miras en la Palabra de Dios y en el Evangelio, seguro que llegamos a una forma de vida mejor, tanto a nivel personal como a nivel de sociedad. Para ello tenemos que tener fuerza y mantenernos firmes en la Fe sin tener miedo, como dijo Juan Pablo II. Gracias por tus palabras, están llenas de esperanza. Un fuerte abrazo y feliz fin de semana.
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